En la industria alimentaria es muy importante mantener al máximo los niveles de higiene y seguridad frente a gérmenes que puedan deteriorar los productos. La normativa es cada vez es más estricta al respecto; pero las bacterias, hongos y levaduras tienen facilidad para campar a sus anchas y encuentran muy apetecibles dichos lugares. Es aquí donde entran los sistemas de esterilización UV en alimentación.

A pesar del elevado poder bactericida y fungicida de la radiación UV, no es aconsejable irradiar directamente alimentos con mucha materia grasa. Debido a su elevado poder de oxidación puede deteriorarlos provocándoles cambios de sabor o decoloración.

Casos como las especias, harinas, legumbres, cereales o productos que no contienen grasas no se pueden deteriorar por este medio.

Pero si no podemos irradiar directamente algunos alimentos ¿como lo hacemos? En la mayoría de casos la fuente de contaminación de dichos alimentos suele ser ajena al propio producto, pudiendo incluso derivar del contacto con superficies u ambiente contaminados, o manipulación o procesos anteriores carentes de la higiene necesaria. Es en estos puntos donde se debe atacar para evitar que se genere dicha infección.

El método más seguro y fiable es mantener limpias todas las superficies de contacto y un aire lo más puro posible. Para ello la luz UV es idónea. Basta con irradiar el transportador y lugares próximos al alimento, y ‘limpiar’ el ambiente de gérmenes en suspensión. Así se reduce considerablemente su número y se obtiene una mejora sustancial en la calidad del producto.

Por otra parte se debe prestar especial atención en el envasado y empaquetado. Facilitando así el cumplimiento de las normas de calidad y disminuyendo el uso de aditivos químicos al producto.

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